Como casi todos los días, empezamos por una sesión de
cortos, pero primero os diré que el corto del viernes es una bonita visión de
Brasil repasando buena parte de su fauna. Adorable.
Sellock ès
Rinocerszok. Sirenas y rinocerontes. Y un montón de personajes que pasan
por este corto sin pena ni gloria. Pero los que más chupan pantalla son una
niña insoportable y su padre, que crea animales mecánicos a partir de animales
muertos. El padre se convierte en rinoceronte cuando está celoso. O triste, no
me queda claro. Se supone que tiene argumento, pero… debo ser imbécil o algo.
Encima es muy feo todo. Nota: 2
Hunter. En serio,
¿de qué va esta mierda? ¿Se supone que las manchas que van cambiando de sitio
es para que parezca animado en vez de verse claramente que es una imagen fija?
Eso es trampa. ¿Por qué hay tanta gente con cara de villano? Nota: 2
Not my type.
Supongo que representa la historia de la tipografía o la imprenta o algo así. A
ritmo de máquina de escribir, que no está mal. Pero vamos, que es una sucesión
de imágenes desenfocadas. Y cuando se empieza a entender el texto aparecen
insectos aplastados contra el papel. Demasiado idiota experimental para
mí. Not my type. Nota: 3
Freedom from fear.
Por lo que se ve un tal John Morena ha mandado los 52 cortos que ha hecho este
año a concurso. Este es el cuarto que veo que le seleccionan. Van cayendo
partes de una pistola al agua y forma una cara.
Pues ok. Nota: 3
Fool time job.
Este ya lo vimos en Sitges, y no lo entendí del todo. Tras verlo por segunda
vez, igual he entendido menos. Nota: 5
Mr Deer. Es una
historia que pasa en un metro. Pero no sé cuál es esa historia. Pero es todo
suficientemente impactante y la atmósfera está tan bien creada que no me importa.
Nota: 6
Simbiosis carnal.
Animales azules y rosas fornicando. Después parece que muestra la historia del
feminismo. Y para terminar, una crítica a la sociedad actual del oversharing
instagramero. Está bonito, la verdad. Nota:
6
Vibrato. Una
mujer nos cuenta las pornocosas que hizo con su difunto marido en un edificio
que creo haber entendido que era un teatro diseñado por él. De fondo, canto
lírico que va teniendo orgasmos según cuenta las historias. Nota: 7
Jaune. Este sí
que lo he entendido. Es una cantante de ópera (sí, otra, no es la misma que
antes) que tiene un miedo. Lo único que no me queda claro es si es miedo
escénico o al color amarillo (por eso de que da mala suerte) o a ambos. Empieza
con una escena de una niña pegando la patada a una pelota que se convierte en
el sol, que es un poco cliché, pero la escena de las notas-muebles está muy
currada. Nota: 8
Por la tarde, ya tenía mono de tirar avión de nuevo, pero el
resultado fue… Lamentable. El avión me vacila. O he diseñado un boomerang de
papel si lo quiero ver optimísticamente.
La película que tocaba es Okko’s inn. Otra peli de japonesa de niño sufriendo, ese género que
debería tener nombre propio ya. Y casi siempre salen buenas y emotivas
películas.
Los padres de Okko mueren en un accidente y la pobre se
tiene que ir a vivir con su abuela, que regenta una posada cerca de unas aguas
termales. Como ella también ha estado cerca de la muerte (iba en el coche)
puede ver a un fantasma que le va ayudando con las tareas de la posada. Porque
en Japón la explotación infantil es legal.
La película es bastante infantil. Tanto en su estética como
en su forma de tratar el tema. Y no quiero decir con esto que no profundice en
el tema de la muerte, sino que lo hace de forma que un niño lo pueda entender
más o menos sin generar mucho trauma.
Y esto tampoco significa que un adulto no pueda disfrutarla,
porque yo lo hice (quedan prohibidos los chistes sobre mi edad mental en los
comentarios). La película es extrañamente graciosa y emotiva. Te vas
encariñando con los fantasmas, los compañeros de clase, los trabajadores de la
posada, los clientes…
Primera lágrima derramada en el festival.
Nota: 7
Al poco rato ya estaba haciendo la siguiente cola de un día
muy asiático.
On Happiness road
es la ‘Recuerdos del ayer’ taiwanesa. Una mujer que vive en los Estados Unidos
con su marido vuelve a la tierra donde se crio (Taiwan, por si alguien
necesitaba aclaración) porque recibe la noticia de la muerte de su abuela.
Allí comienza a recordar su infancia y se plantea si es
realmente feliz (obviamente no) y qué puede hacer para serlo más. ¿Debo ser
fiel a sus decisiones pasadas? ¿Lo que un día me hizo feliz puede volver a
hacerlo o son sólo recuerdos?
Según se va encontrando con gente de su pasado vamos viendo
flashbacks, no siempre ordenados cronológicamente, que la van guiando hasta la
decisión que tiene que tomar.
La mayor diferencia con ‘Recuerdos del ayer’ es que On Happiness
road no es una película bonita. Tiene un dibujo simple y está animada
correctamente, pero no abruma por su belleza.
En general puedo decir que me ha gustado la forma en que
toca los temas de la felicidad, el trabajo, la familia, etc. Pero también es
cierto que el viaje de la protagonista se hace un poco cansino en varios
momentos porque da vueltas sobre lo mismo (como hacemos todos cuando tenemos
que tomar una decisión importante, supongo).
Nota: 7
Salgo de la película pensando que si hay más de 10 personas
ya en la cola de los sin reserva me iré para el hotel a ver el partido. Miro la
aplicación para ver qué cola tengo que hacer y veo el botón de RESERVAR, que
lleva rojo desde 3 minutos después de abrirse las reservas, de un precioso
color anaranjado. Le doy sin dudar y la puta aplicación me pide que confirme
(no me hagas perder el tiempo ahora, joder). Se queda cargando un buen rato y…
RESERVADO. ¡Acabo de ganar hora y media de vida! La aprovecho comiéndome un
crep y dormitando sobre el césped.
Vino medio equipo de la película a presentarla (después no
hay entradas para el público, claro), pero no el director. Para compensar, nos
grabó un vídeo al estilo Leticia Dolera pero con mucha menos gracia. Al final
de la proyección me regalaron una gorra, pero prometo que eso no va a influir
en mi opinión de esta magnífica película.
La historia que cuenta The
last fiction la hemos oído cien mil veces. Pero teniendo en cuenta que está
basada en un libro del año 1000 sobre el folclore de una zona que es origen del
folclore de medio mundo, pues igual se le puede perdonar. El libro en cuestión
es el Shāhnāmé, obra poética
persa que cuenta la historia de Irán desde la creación del mundo hasta la
tierra es conquistada por tropas islámicas. Esta historia incluye dioses,
monstruos y magos por lo que igual no es 100% fidedigna. La película en sí es
sólo una pequeña parte del libro que cuenta cómo un hombre intenta vengar la
muerte de sus padres por parte de un rey pseudolegítimo.
La peli es un espectáculo visual: personajes bien diseñados,
escenas en primera persona, fuego, magia, monstruo, explosiones, gore… No le
falta nada, es una gran cinta de acción.
Y ese es su mayor problema para mí. Soy incapaz de mantener
la atención más de dos minutos en una pelea, y aquí la pelea final dura unos
dos meses. A ratos me saca del tedio alguna imagen impactante o bella, pero la
mayor parte del tiempo estoy pensando “Por favor, arreglad vuestros problemas
dialogando que me aburro”.
Sin embargo, podría ver a esta película convertirse en saga
y vendiendo mucho merchandising si Irán fuera potencia mundial. Quizás consigan
ser el Juego de tronos de Oriente medio.
Nota: 6
Pues no fue un mal día. Ojalá traigan la peli japonesa para acá, y la iraní, ya que estamos.
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